“En el medio hay gente que detesta o no entiende la electroacústica”
Exalumno del IMUS, Bryan Holmes, ganó el premio Pulsar 2017 en la categoría Clásica o de Concierto
Seguramente como una anécdota más en su carrera –aunque no una cualquiera- recordará Bryan Holmes la forma en qué obtuvo el premio Pulsar 2017, en la categoría Clásica o de Concierto, por su obra «Convolved Dream»: un error en el conteo de los votos hizo que recién fuera anunciado como ganador 5 días después de la ceremonia oficial realizada en Santiago.
Pero esto, obviamente, no le resta ningún mérito. Y así lo tiene claro este exalumno del Instituto de Música (IMUS) de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), que entre el 2001 y 2005 estudió Licenciatura en Ciencias y Artes Musicales y fue un asiduo participante de los talleres de composición, instrumentación y orquestación guiados principalmente por el profesor Eduardo Cáceres. «Hasta que me titulé esperé la abertura de la carrera de composición, que ahora según entiendo ya existe», recuerda.
Bryan Holmes es hoy un reconocido compositor, productor e investigador –con obras estrenadas en más de 15 países- radicado desde el 2006 en Río de Janeiro, Brasil, donde ejerce como docente del Departamento de Composición y Dirección del Instituto Villa-Lobos de la Universidade Federal do Estado do Rio de Janeiro (UNIRIO), donde cursó un Magíster y actualmente realiza su Doctorado. Además, es miembro de la Comunidad Electroacústica de Chile, de la Red de Arte Sonoro Latinoamericano y de la Asociación Nacional de Investigación y Postgrado en Música de Brasil.
¿Por qué optó por radicarse en Brasil para desarrollar su carrera?
«Me vine a Brasil en 2006 a vivir con mi ex-esposa, que había conocido unos meses antes. También, siempre me interesó este país. Luego de un tiempo viviendo aquí y aprendiendo el idioma pude hacer mi maestría en una excelente universidad pública, no sólo gratis sino que con beca para poder dedicarme a mi investigación. Actualmente finalizo mi doctorado, también gratuito, y soy profesor efectivo en la universidad tras haber sido aprobado en un concurso público. Creo que esas son bastantes razones. Ya en Chile después de 12 años me siguen cobrando el crédito universitario multiplicado por no sé cuántas veces».
Del premio Pulsar 2017, reconoce que «me ha tomado de sorpresa, de la misma forma que cuando me avisaron que estaba entre los nominados finalistas. Estoy muy contento de ver recompensado mi esfuerzo, ya que trabajé incansablemente en esa obra -que abre mi álbum lanzado el año pasado por Pueblo Nuevo netlabel-, aunque estoy seguro que había mucho trabajo también por detrás de las otras músicas en competencia. Me di el trabajo de apreciarlas y eran bellos trabajos».
¿Por qué cree que el jurado se inclinó por destacar su obra?
«Espero que haya sido por haber presentado un lenguaje tal vez un poco más actual, lo cual a mi juicio habla bien de un jurado contemporáneo. Quizás también por la factura de la obra, que es muy detallada y minuciosa –en ciertos momentos la veo como una especie de jungla sonora– y trabaja todo el tiempo el dramatismo. Pero la verdad es que no tenía mucha esperanza en ganar pues, según mi experiencia, en el medio hay gente que detesta o no entiende la electroacústica. Me parecía que mi obra no se encajaría muy bien ni en la categoría clásica ni en la de música electrónica. ¡Qué bueno que estaba equivocado!».
¿Un estudiante de música debería escoger seguir el área electroacústica?
«Sinceramente yo no creo que nadie debería nada. Sólo hay gente que se familiariza más con un área o con otra, o incluso con ambas. En mi caso compongo tanto música electroacústica como instrumental y mixta, y aun así visito muchos otros géneros considerados distantes de la música contemporánea docta, clásica, de concierto, de arte, seria o como quieran llamarle. Ningún nombre contiene a la música, ¡mucho menos en 2017!».
«Lo provechoso que veo en pasar por la experiencia de la composición electroacústica es, primero que nada, la virtual ausencia de límites, tanto en términos tímbricos como rítmicos y, en fin, estructurales. Y personalmente disfruto mucho trabajar con las manos en la masa, moldeando el sonido concreto. El oído se abre impresionantemente. Por otra parte, me parece que hacer electroacústica y volver a la música instrumental aporta una nueva visión a la escritura, como dice Ivo Malec: produce un cambio importante en la percepción y en la acción composicional», concluye Bryan Holmes.