Nelson Niño lanza “Ritmos sudamericanos para ensamble de cámara”
La obra del destacado investigador de IMUS PUCV es un rico material de apoyo para músicos en formación, gracias a la variedad de ritmos abordados y a su adaptabilidad a diversos tipos de ensambles instrumentales.
10 obras musicales para ensamble de cámara inspiradas en los compases folklóricos de Chile, Argentina, Uruguay, Venezuela, Colombia, Perú y Bolivia, ofrece el libro “Ritmos sudamericanos para ensamble de cámara”, del jefe de Investigación del Instituto y Conservatorio de Música (IMUS) de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Nelson Niño Vásquez, financiado por el Fondo del Libro y la Lectura 2019 y publicado durante el mismo año por Ediciones Universitarias de Valparaíso.
Este primer volumen compila obras musicales compuestas y/o arregladas en un lapso de veinte años, las cuales fueron grabadas por el grupo musical “Sereno” en el invierno del año 2005, grabaciones complementarias a esta publicación.
Frente a la real carencia de repertorio latinoamericano de cámara en formato de partitura, este material se convierte en una gran contribución para niños, jóvenes y adultos que deseen escuchar o interpretar música con “aroma” a nuestro continente.
En el marco de las medidas sanitarias adoptadas a raíz de la propagación del COVID-19, el lanzamiento interno del libro presupuestado en Valparaíso para el viernes 20 de marzo, en al Aula Margot Loyola de IMUS, lamentablemente tuvo que ser cancelado. Sin embargo, la región de los Lagos fue escenario de la presentación de la obra de Nelson Niño, en el contexto de las actividades de las 52º Semanas Musicales de Frutillar, en la jornada realizada el 30 de enero pasado en el Salón Lago Puyehue.
“AROMA A AMÉRICA”
“Taipi pacha” es la obra musical más temprana del presente libro. Fue compuesta en 1985 para un conjunto instrumental andino y adaptada en 1992 para ensamble de cámara. El título de esta pieza fue tomado de la cosmovisión andina y hace alusión al “mundo terrenal” en el que habitamos los seres humanos y la mayoría de los animales. Está basado en el ritmo de huayno, danza característica de la región andina, aunque en un tempo más lento al convencional.
“Peregrinaje” fue compuesta el año 1991 y está basada en el ritmo de pericona, propio del folklore del archipiélago de Chiloé, al sur de Chile. Su nombre hace alusión a una tradición religiosa que se lleva a cabo cada ocho de diciembre en la Región de Valparaíso, donde miles de peregrinos caminan durante horas para saludar a la Virgen de Lo Vásquez, iglesia localizada a escasos kilómetros de la comuna de Casablanca, en la ruta que une Valparaíso con Santiago.
“Centrina” fue compuesta en 1992 y está basada en ritmo de tonada chilena, pero alejada de la estructura formal y armónica propia de este género musical. Aunque esta composición se caracteriza por presentar constantes modulaciones, inicia y finaliza en La mayor, tonalidad recurrente en mucha música folklórica “centrina” chilena. De allí deriva su nombre.
“Paraná” (“Para Ana”) está basada en el ritmo uruguayo de candombe. Su métrica fue pensada en agrupaciones de 3+3+2 y 3+3+3+3+2+2, lo cual se refleja en la notación musical, evitando con ello la excesiva utilización de síncopas producto de una forzada conversión a los metros binarios tradicionales de 2/4 y 4/4. Fue compuesta originalmente para ensamble de cámara en 1992 y luego adaptada en 1995 para el grupo musical “Transiente” de Valparaíso, adaptación que implicó la utilización de una quena como segundo instrumento melódico y la adición de un bongó.
“Caraqueña” está basada en el ritmo de joropo venezolano y debe su nombre a la capital de dicho país, Caracas. La versión original de 1992 difiere a la del año 2000, publicada en el presente libro, en el mayor virtuosismo exigido en esta última a los instrumentos melódicos, particularmente al más agudo de ellos. La pieza musical es de tempo muy rápido y presenta una forma similar a la de un Rondó, donde se evidencia la alternancia entre un tema principal de ejecución colectiva y episodios a cargo de cada uno de los instrumentos melódicos.
“Tata Froilán” fue compuesta en 1996 y debe su nombre a una cierta similitud melódica y armónica con la canción “Tata San Juan”, compuesta por Eugenio Challapa, según el testimonio de uno de sus más reconocidos intérpretes, el cantautor chileno Osvaldo Torres. Está basada en ritmo andino de huayno y dedicada a Guillermo Froilán Núñez Lobos.
“Carnavalito” es una compilación y arreglo realizado en 1999 de algunas canciones y temas instrumentales creados por integrantes del grupo musical “Mallku”, formado por estudiantes de enseñanza media del Colegio Rubén Castro de Viña del Mar. Esta pieza musical alude al ritmo de huayno, pero en tempo rápido.
De la misma fuente creativa anterior surgió “Mita”, pieza musical compuesta de manera colectiva en 1985, y arreglada para ensamble de cámara en 1999. Similar a la “minga” chilota, la “mita” era un sistema de trabajo colectivo característico de los pueblos andinos, de origen precolombino. Asociando ambos conceptos, esta pieza presenta elementos melódicos y tímbricos propios de la música andina pero en ritmo de pericona, representativo del archipiélago de Chiloé.
“Vasalla” está inspirada en el ritmo de saya o sambo caporal, propio de la región andina, y fue compuesta en el año 2000. En su sección intermedia simula una amena conversación entre dos personas, en una modalidad de “pregunta y respuesta”, roles que posteriormente se invierten, bajo el acompañamiento de cuerdas percutidas sin acordes.
Finalmente, “Cumbiawamba” fue escrita en el año 2005 y buscaba conciliar dos expresiones musicales dicotómicas en su época de composición, como es el caso de la cumbia clásica, de origen colombiano, y el ritmo “sound” que irrumpía desde Argentina. Se citan giros melódicos y secuencias armónicas propias de la cumbia trasandina, sobre un acompañamiento rítmico-armónico que alude a la cumbia tradicional colombiana.
Con “aroma” a nuestro continente, las líneas melódicas de las obras de la publicación en su Volumen 1 son de mediana dificultad técnica y no han sido pensadas idiomáticamente, lo cual hace posible su adaptación a una amplia diversidad de instrumentos musicales.
El ensamble de cámara implicado en estas piezas musicales generalmente consta de dos instrumentos de registro soprano, uno de registro bajo, una guitarra y algunos cordófonos sudamericanos.
Aunque las líneas melódicas superiores fueron pensadas originalmente para flauta traversa y oboe, éstas podrían ser interpretadas por dos instrumentos de un mismo timbre, con la posibilidad de incorporar violines, clarinetes o flautas dulces, en distintas combinaciones.
Las líneas melódicas bajas fueron originalmente compuestas para un bajo acústico, pero podrían ser ejecutadas por un violonchelo, un contrabajo, un fagot, una flauta dulce baja o algún otro instrumento de similar registro.
La guitarra, instrumento fuertemente asociado al folklore de nuestro continente, cumple un rol fundamental en la definición de los ritmos aludidos en cada una de las piezas musicales y se encuentra presente en la mayoría de ellas.
Finalmente, los cordófonos sudamericanos requeridos varían de obra en obra, implicando charango, tiple o cuatro, los que eventualmente podrían ser reemplazados por un ukelele, una mandolina o una viola, cuando ello sea posible.
De ser necesario, el ensamble podría también incluir un bombo, un bongó y/o accesorios de percusión que permitan enfatizar los ritmos sudamericanos aludidos en las diversas piezas.
NELSON NIÑO VÁSQUEZ
Nelson Niño Vásquez realizó sus estudios de pregrado en el Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso-Chile, obteniendo el grado de Licenciado en Ciencias y Artes Musicales y el título de profesor de Educación Musical en 1993. Al año siguiente egresa del ciclo básico de oboe del Conservatorio de Música de la misma universidad.
En agosto de 1998 obtiene una beca de la Organización de Estados Americanos (OEA) para realizar estudios de postgrado en el extranjero, y en mayo del año 2000 obtiene el grado académico de Master of Music otorgado por The Catholic University of America, Washington DC, Estados Unidos, en el área de la interpretación musical (oboe), con concentración en música latinoamericana.
Entre los años 2000 y 2006 se desempeña como académico del Instituto de Música PUCV dictando las cátedras de Lectura Musical y Metodología de la Investigación y ocupando los cargos de Jefe de Extensión y Jefe de Investigación.
En agosto de 2006 obtiene una beca del gobierno de Chile que le permite continuar sus estudios de postgrado en The Catholic University of America, obteniendo el grado académico de Doctor en Musicología en enero de 2011, con una tesis titulada Celso Garrido-Lecca: Synthesis and Syncretism in Concert Music of the Andes Area (1985-2000).
Actualmente, se desempeña como en IMUS PUCV, ocupando el cargo de Jefe de Investigación y dictando las cátedras de Historia de la Música y Lectura Musical.
Tercera y Cuarta Jornada Semanas Musicales de Frutillar 2020